Las coincidencias irónicas de la vida favorecen el destino y retroalimentan la cotidianidad. Se trata de caminar por la calle con un amigo de buen animo, se intenta decir esas frases sin sentido que tanta risa nos dan, se agradece verte inesperadamente junto a tu madre, como si te fuese a regañar si no me saludas. Se trata de sonreírte y desearte lo mejor y seguir mi camino, sin voltear mi rumbo llorando como un marica ni dándole una oportunidad a un zombie de onda disco. Me llena de alegría saber que soy muy feliz, se trata de mis convicciones y esta travesía que emprendí hace muchos años atrás, mucho antes de conocerme e incluso antes de que nacieran mis abuelos.
Retroinvestiga la relación entre mis amistades y tu lugar de nacimiento, las calles que serpentean nuestras casas, y la sensación incomoda de un día soleado. Ayer cuándo te dijo que deseaba lo mejor no estaba mintiendo, lo deseo de verdad.
Olvide decirlo; bonito abrigo.
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